“Lo más esencial para mí es el amor. Es el eje de mi vitalidad y de mi cerebro, el resorte que me lanza hacia delante con elasticidad y agilidad, con más claridad y precisión en todos los movimientos de mis sentidos, de mis impulsos, de mis conocimientos”
Este fragmento del hasta ahora inédito diario de Gala (1894 – 1982). Se conserva como prueba del estilo narrativo de una mujer relegada al papel de musa de artistas, pero más que de ningún otro, de Salvador Dalí. La Fundación Gala – Salvador Dalí guardaba un manuscrito, encontrado en el año 2005 en el castillo de Púbol, la construcción medieval que el artista regaló a su amada Gala. En el cuaderno, Gala escribió en francés recuerdos de su infancia y adolescencia, además de su relación con Dalí en Estados Unidos, mientras él escribía La vida secreta de Salvador Dalí.
En 1929 conoció a Dalí en España. Surgió el amor entre ambos desde un primer momento. Se casaron en 1932: ella era once años mayor que él. Tiempo después Gala tuvo que ser sometida a una histerectomía (extirpación del útero).
Gala, además de la musa de Dalí, fue su agente y su intermediaria entre el genio y el mundo real. Se dice de ella que le salvó de una muerte temprana, pero también que mantuvo numerosas relaciones extramatrimoniales a las que Dalí no se opuso.
Y es que detrás de todo gran hombre, siempre hay una gran mujer…
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